Recientemente, los de Sr.Brandon estuvimos ofreciendo una charla en el CEIP Ruiz Jiménez acerca las redes sociales y los menores. Las causas, las consecuencias, y la problemática que, por desgracia, va en aumento: el ciberbullying.
La charla estuvo dirigida a menores de entre 7 a 14 años, impartido en dos charlas, primero para los mayores, y luego para los pequeños. Muchos de ellos ya eran conscientes de lo que es el ciberbullying, y algunos ya conviven desde hace años con un Smartphone como una extensión de ellos mismos. Los mayores comprendieron y conocían de primera mano que es el ciberbullying, por lo que nos centramos en las consecuencias y las figuras esenciales de esta deleznable práctica. A los más pequeños se le subrayó el concepto y que no era una práctica adecuada para tratar de evitar y saber reconocer conductas nocivas.
Pero en el momento de acabar la charla, nos preguntamos: ¿Por qué a este tipo de charlas no acuden los padres? Su asistencia podría tener un impacto beneficioso o simplemente aminorar o evitar el efecto del ciberbullying.
Los padres deben ser los primeros en concienciar y explicar a sus hijos los riesgos que conllevan las redes sociales y el uso de los Smartphone, tablets, ordenador, etc. Aproximadamente el 70% de la manera de actuar de unos hijos, y su visión del mundo va a proceder de los padres. La familia es la base de la socialización.
Si un menor crece con una base de apego, le resultará más sencillo que acuda a la familia en caso de ser víctima de algún tipo de acoso (o si conoce alguno).
Además, la asistencia a este tipo de charlas pueden resultar enriquecedoras, ya que se dan una serie de pautas para detectar si un niño o niña es víctima de ciberacoso. Porque el ciberbullying es un fenómeno que no descansa: la víctima no deja de ser acosada una vez se encuentra en su domicilio, las 24 horas, los 365 días del año. Las redes no descansan ni cierran.
Pero, ¿y cuando es la familia la que comparte en las redes sociales?
Subir fotos con tus hijos/as, es algo que cada vez se está convirtiendo en una práctica habitual. Y que peligrosamente lo vemos como natural.
Algunos padres y madres, en su deseo de mostrar la felicidad que les producen sus hijos/as (hay otros que lo hacen por el hecho de ganarse unos simples Me Gusta y, en casos extremos, llegan a usar los como una herramienta de marketing), o compartir su rápido crecimiento con el resto con el resto de la red, no consiguen más que simple exposición.
Pero pongámonos en situación: por ejemplo, imagina subir una foto de tu niño/a con una ropa no adecuada, o con objetos que pueden ser objeto de mofa en su escuela o instituto. Las consecuencias pueden ser terribles. La sobreexposición de los niños es a las opiniones de otras personas. Es a cómo les pueden afectar los comentarios. O incluso problemas más graves, como el robo de identidad. En el momento en el que se cuelgan, esas fotos dejan de ser privadas para convertirse en públicas; se deja de tener los derechos sobre ellas para cedérselos a Instagram o a Facebook.
Algunos padres no son conscientes de que la práctica habitual (insistimos en lo de habitual) de subir fotos y vídeos de sus hijos a redes sociales, puede afectar a por ejemplo, al desarrollo psicológico y al aprendizaje, e incluso poner en riesgo la seguridad de la familia (por ejemplo, por medio de proporcionar un escenario propicio para el acercamiento de extraños al menor). Porque, ¿dónde van a parar esas fotos? ¿Y el derecho a la intimidad del menor?
“Mis hijos son míos, y yo haré lo que me plazca”. Son tus hijos, pero son una parte independiente de ti. Tienen su propia vida y sus propios derechos, de hecho, así lo reconoce la ley, que está empezando a recoger sentencias internacionales a favor de hijos que denunciaron a sus padres por exposición sin permiso.
Al exponer a tu hijo en redes, tus hijos las pueden identificarlas como sitios donde la vida privada y los límites no existen. Lo que puede acabar derivando en un futuro mal uso de las mismas.
Por todo ello, no estaría mal una concienciación común, de padre e hijos, de los peligros de las redes sociales y de tu exposición con ellas, del conocimiento de las causas y consecuencias del ciberbullying, del nulo beneficio de subir fotos de tu hijo/a para ganarte unos likes, de conocer las aplicaciones que tanto a padres como a hijos ayudan a la denuncia, de conocer ejemplos nacionales e internacionales de acoso, etc.
Es todo, al final, cuestión de educación y conocimiento.