Pocos blogs personales se convierten en actividad empresarial, y aunque no es imposible, un blog requiere de un arduo trabajo y algo de inversión.
Carmina en la cocina, comenzó casi como un juego, una forma de evitar escribir las recetas a mano a todos mis amigos.
Fue hace pocos años que descubrí que las RRSS eran el trampolín para darlo a conocer, por lo que invertí mucho tiempo y algo de dinero en aprender a gestionarlas. De esta forma vinieron los cursos de community manager, alguna noción de marketing digital, cursos de cata de aceite de oliva, el de sumiller de aove, algún taller de cocina, curso profesional de fotografía, invertir en mi propio dominio y alojamiento, comprar equipo y material fotográfico, y muchas horas de trabajo sin remunerar, pero que gracias a su difusión en medios sociales, han hecho que el blog haya ido ganando un poco de visibilidad, aunque todavía sea un blog muy modesto.
En cualquier negocio online las imágenes son importantes, pero en un blog gastronómico las fotografías son imprescindibles para atraer visitas. No hay más que dar una vuelta por Instagram para ver que cada vez se cuida más los fondos, los emplatados, los colores… todo un compendio de materiales para apoyar y crear bodegones cada vez más espectaculares.
Por eso, detrás de una receta hay horas de planteamiento, elaboración del plato, edición y redacción, que quedarían ocultas si no se promocionara a través de diferentes medios.
En mi caso, Facebook se lleva la palma, aunque también utilizo Twitter, Linkedin, WhatsApp, Youtube, Pinterest, e Instagram, siendo estas dos últimas una fuente de inspiración también para mí.
Crear una marca personal y tener muy claro qué son y cómo utilizar los medios sociales es punta de lanza para no tirar por la borda todo el trabajo. Por eso es importante publicar siempre contenido relacionado con el tema del blog: gastronomía, producto, fotografía, recetas, turismo… Todo con un tono positivo, amable, y en ocasiones, divertido (aunque haya veces en las que muerdo los dedos para no entrar en polémicas con opiniones personales).
Plantear un blog como actividad empresarial puede parecer una locura pero puede ser la puerta para encontrar una salida laboral. Conozco a muchos blogueros que se especializaron en un área y terminaron siendo cocineros, fotógrafos, community manager, webmaster… Pero todos pasan por mimar sus redes sociales para promocionar su trabajo, llegando algunos incluso a ser importantes influencers, esa figura tan odiada como amada en estos medios.
Si estás pensando en abrir un blog personal, estoy segura que terminarás interesándote por todo lo que le rodea, como el posicionamiento (SEO), algo de fotografía, profundizarás en la temática de tu blog, querrás conocer el funcionamiento de las redes sociales, pero también vas a conocer muchas personas de las que vas a aprender y tendrás experiencias muy gratificantes… y aunque no lo monetices, te aseguro que te vas a enganchar.