Cuidar la ortografía es una cosa que nunca ha estado de más. Siempre ha habido razones y cada vez de más peso para cuidar la calidad de lo que se escribe. Puesto que ahora en redes sociales estamos frente a un escaparate que nos puede (y nos va a) condenar.
En un mundo donde predomina la inmediatez, la brevedad y la exclusividad de ofrecer un contenido primero el descuido puede entrar en juego. La era actual hace que la gente quiera escribir tan rápido como habla y la forma es usar abreviaturas, acortar palabras, llamar a las cosas por sus siglas o expresarse a través de emoticonos. Algo que heredamos de la época de los sms, donde había que acudir al ingenio para cuadrar toda la información en 160 caracteres. Por lo que desde entonces, se ha achacado cierto descuido a la hora de redactar textos cuando tenemos el móvil en la mano.
Pues imaginemos que la web, perfil en red social, etc. de tu empresa tiene faltas de ortografía. Las consecuencias no van a ser precisamente buenas, y no solo por la mala imagen que estás dando. A los buscadores les gusta que las páginas tengan una buena ortografía, como Google, el buscador que abarca entre un 70% y un 90% del tráfico en internet y las búsquedas globales. Cometer errores ortográficos se penaliza con un peor posicionamiento, tendremos menos visitas a nuestra web y venderemos menos. Obviamente, la buena ortografía es premiada: una buena gramática, una correcta expresión, un contenido original o la facilidad de lectura nos será de mucha ayuda.
Aunque vivimos en un entorno donde la imagen predomina frente a lo escrito, la escritura forma parte de la imagen que proyectamos. Pensemos en el potencial cliente: ¿le estamos generando confianza? ¿Es buena elección dejar en manos de correctores y mecanismos automáticos ese contenido? Podemos tener los mejores comerciales, nuestro producto ser excelente, el trato exquisito y, aun así, la mala ortografía puede tirarlo todo por tierra.
De hecho, existen estudios que contabilizan cuánto dinero pueden llegar a perder las empresas, que no cuidan la ortografía en redes sociales o en su web. El coste de tiempo es mínimo, si lo comparamos con el coste que puede suponer una mala redacción o una pésima ortografía.
¿Irían a ver a un cliente con un traje arrugado? ¿Dejarían una tarjeta de visita con una mancha de la tostada que se comieron a media mañana? Pues piensen que cada vez que suben un texto a las redes sociales, les verán cientos de miles de potenciales clientes, a los que les están entregando su tarjeta de visita.
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