Si aún no sabes qué es clickbait, pero has llegado hasta aquí, es importante que sigas leyendo hasta el final. No estamos de broma (que sale mal). Lo que explicamos a continuación no te lo vas a creer. En este post, leerás 3 cosas que sólo tú entenderás, aunque puede que no quieras verlo, el resultado te sorprenderá. Lo que aquí explicamos te hará recuperar la fe en la humanidad.
Seguramente, si el titular de este artículo no hubiese dejado lugar a dudas, ni habrías pinchado en él. Somos así de curiosos y por eso el clickbait está a la orden del día. Y la verdad, muchas veces nos sentimos engañados, os pedimos perdón en este caso. Pues bien, vivimos en tiempos de incertidumbres constantes, de miedos mediáticos y de algoritmos crueles y desesperantes. En la guerra del posicionamiento web y las visitas, existe esta tendencia que lleva algunos años inundando las redes sociales. Principalmente, los medios de comunicación y la prensa digital, ante el aumento de la competencia, tienen que tirar de triquiñuelas para ganar en visitas a sus rivales y ser los primeros informantes. No nos engañemos (o sí), el clickbait es una técnica de marketing, un poco sucia, sí, pero lo es.
En un mundo donde el bombardeo de información conlleva a la saturación y por ende a la desinformación, el público y el cerebro humano, se ha acostumbrado a la fugacidad de la información y el conocimiento. Quizás hemos escuchado mucho que antes de internet éramos capaces de memorizar mejor (los números de teléfono, por ejemplo). Esto es, porque internet nos proporciona un gigantesco abanico de conocimiento y relegamos al olvido la gran mayoría de la información que absorbemos a diario.
En la estrategia del clickbait, cabe destacar que se busca sorprender, es decir, que esa información sea, independientemente de su relevancia, algo que se mantenga en el recuerdo del usuario. La pregunta es: ¿Es necesariamente algo viral por el hecho de haber partido de un titular tendencioso o amarillista? Ni sí, ni no.
Muchos de los contenidos virales conllevan cierta naturalidad e improvisación, generalmente son contenidos emocionales, emotivos o humorísticos, porque, no nos llevemos a engaño, el público está en las redes sociales, generalmente, para evadirse y entretenerse, y entre medias, estamos los creativos del marketing, que tenemos que tirar de tácticas ingeniosas para captar la atención de la audiencia en esa “marabunta” de información.
Bien es cierto que Facebook, desde un año atrás, ha hecho frente a estas prácticas y pretende penalizar a esos enlaces engañosos, relegándolos al final del feed de noticias.
En este contexto, no debemos pasar por alto esos neologismos que también están asomando la patita cada vez más; fake news y posverdad. Dos conceptos hermanos, que, a nuestra opinión, no son más que estrategias de clickbait. Estos términos están íntimamente ligados a la comunicación y propaganda política e intentan condicionar y manipular la opinión pública. En un mercado bipolar, de nike o adidas, Nikon o Canon, izquierdas y derechas, las balanzas del marketing tienen que concurrir en las decisiones del consumidor.
Por ello, dentro de las fake news y la posverdad, cabe la guerra sucia de generar desconfianza frente al adversario, mermar la reputación y ponderar un espectro negativo a cierto sector, que, según nuestra “ideología”, lo aceptamos a pies juntillas. De ahí se generan las dudas, pero también, creemos, que el pensamiento crítico, aunque no siempre exista una mayoría que dude por defecto sobre lo que ve por internet. Por ello, es recomendable pararse a pensar dos veces si esa información está condicionada a marcar una línea de ruta que el pensamiento dominante quiere imponernos.
En resumen, la tendencia hoy es mentir descaradamente para ganar visitas, generar opinión y división, que los anunciantes tengan una razón de ser por esas visitas y luego, en la posverdad, si acaso, pedir alguna disculpa, con sus nuevas visitas correspondientes.
Para finalizar, nos quedamos con una frase de Noam Chomsky que utilizó en sus 10 estrategias de manipulación, aún cuando posverdad no era una palabra en auge.
«Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión, como una técnica clásica para causar un cortocircuito en el análisis racional, y en el sentido crítico de los individuos».
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